sábado, 3 de diciembre de 2016

Sierva de Dios VERÓNICA ANTAL,


Verónica nació el 7 de diciembre de 1935 en Rumanía. De su pueblo natal procedía también el Fray José Pal del grupo de los 6 cofundadores de la M.I. Al día siguiente de su nacimiento, solemnidad de la Inmaculada Concepción fue bautizada. ¡Desde sus primeros días su vida estuvo unida a María!
Verónica creció con sus padres. Era una niña normal, le gustaba jugar, estudiar y sobretodo disfrutaba los momentos de oración en familia.  Poco a poco se fue incrementando en su corazón el amor a Jesús Sacramentado y la Virgen Inmaculada. Ya Dios iba formando a su pequeña hija en el Espíritu de la M.I.
A los 16 años comienza a formar parte del coro parroquial. Participando de la vida en su parroquia conoce la obra de San Maximiliano Kolbe y no duda en entregar su existencia en  manos de la Inmaculada y se convierte en Mílite.
Muy pronto Verónica sintió el llamado a la Vida consagrada, pero no lo pudo realizar por diversos motivos, sin embargo oyendo el consejo de su director espiritual decide consagrarse en la Orden Franciscana Seglar y hace un voto privado de Castidad. En el patio de su casa construye una pequeña celdita y se dedica allí a la Oración.
Los que la conocieron, cuentan que su amor a la Eucaristía la llevaba a movilizarse a píe hasta 8 kilómetros, incluso en invierno cuando las temperaturas son extremadamente bajas en esa región. Dado que la Iglesia de su pueblo no era parroquia y por ende no se celebraba la Eucaristía diaria, esta chica llena de amor por Jesús y deseosa de recibirle no dudaba en levantarse a las 4:00am e ir caminando hasta la parroquia más cercana.
El 23 de agosto de 1958 haciendo el recorrido de vuelta a casa, después de haber participado en la
Misa, el joven Pavel Mocanu, que estaba enamorado de ella y enloquecido de pasión por esta hermosa joven, la abordó e intentó forcejearla para que ella accediese a sus deseos carnales y al negarse rotundamente, decidió quitarle la vida. La joven fue apuñalada 24 veces. Cuando encontraron su cuerpo al día siguiente, tenía aferrado a sus manos una camándula con la que iba rezando el rosario.
En la autopsia comprobaron que el joven por más que quiso no mancilló la pureza de esta valiente mílite.
Ella al igual que el padre Kolbe ha sido coronado en el cielo con la corona blanca y roja de la pureza y el martirio que mereció por su fidelidad en la tierra, mientras tanto esperamos que la Iglesia reconozca pronto su santidad y martirio. Que ella interceda para que en estos 100 años de la M.I. muchos jóvenes se animen a seguir su ejemplo entregando sus vidas a Jesucristo por manos de la Inmaculada.
           


sábado, 26 de noviembre de 2016

Venerable QUIRICO PIGNALBERI Co-fundador de la M.I.


Fray Quirico  nació en Serrone, Italia el 11 de julio de 1891. Era el último de cinco
hermanos. Con tan solo 17 años decide ingresar a la Orden de Hermanos Menores Conventuales e inicia la experiencia del noviciado en Zagarolo, provincia de Roma, hace su primera profesión religiosa el 14 de noviembre de 1909. El noviciado fue un tiempo determinante para este hermano, durante esa etapa, escribió un propósito de vida que luego se esforzó en cumplir a cabalidad por el resto de su existencia. En ese propósito es de admirar la forma como asume la Regla y las Constituciones de nuestra Orden, pues no fueron para él un texto más de estudio, sino un verdadero proyecto de santidad. Entre los propósitos que allí escribe aparece este: “Todos los días me preguntaré: Quirico, Quirico ¿Qué has venido a hacer aquí? Y responderás: A ser perfecto y santo”

En 1911 es trasladado a la ciudad de Roma en donde realizó sus estudios de filosofía y Teología. Estando allí coincidió con el joven clérigo polaco y futuro santo Maximiliano Kolbe. Entre ambos se gestó una gran amistad y estima. Durante este tiempo de la mano de otros cuatro hermanos más, fundaron el 16 de octubre de 1917 el movimiento mariano de la Milicia de la Inmaculada que procuraba fomentar inicialmente entre los frailes de la Orden el amor a la Inmaculada y que luego se extendió al laicado.
Algunos meses antes de participar en la fundación de la Milicia, fray Quirico había sido ordenado sacerdote. En 1925 es nombrado maestro de novicios, cargo que ejerció por casi 50 años.
Fray Quirico supo combinar varios aspectos de la vida franciscana, se distinguió por su simplicidad, austeridad y pobreza, vestía de manera muy sobria y decía: “No es el cuerpo quien merece tantos cuidados, sino el alma”. Fue conocido también por su abnegado servicio pastoral; atendió con diligencia a los pueblecitos cercanos al convento donde vivía, hasta los cuales se desplazaba incluso de a pie. Eran admirables sus predicaciones y el largo tiempo que pasaba en el confesionario. También tenía espacio para el trabajo manual, en particular se dedicaba a la reparación gratuita de relojes y a la preparación anual de ingeniosos pesebres para el tiempo de navidad.
Era un hombre de profunda oración y contemplación. Quienes convivieron con él, atestiguan que frecuentemente pasaba la noche entera en oración. Diariamente, de acuerdo a un propósito hecho desde la etapa del noviciado, visitaba a Jesús Sacramentado y meditaba la pasión del Señor.
Fray Quirico fue un religioso humilde, amante del anonimato, esquivo a toda alabanza, entregado totalmente a Dios y admirable por la tenacidad de su vida ascética. El ex-ministro general Fray Lanfranco Serrini alguna vez refriéndose a él decía: “Fray Quirico con su ascética nos ha dejado un ejemplo impresionante. Puede a la vez maravillarnos y asustarnos la dureza y la constancia en la mortificación, el ayuno y la disciplina… pero es realmente su particular empeño en vivir a imitación del misterio de Cristo, con el que nos ha infundido el sentido del amor infinito de Dios, del abandono generoso en los brazos de la Inmaculada, de sentir el tesoro profundo de la gracia, y la nostalgia del cielo”.
Fray Quirico partió a la casa del Padre el 18 de julio de 1982 a la edad de 94 años. Su causa de beatificación fue iniciada en 1992, a principios de este año fue declarado venerable por el papa Francisco. Ahora se espera un milagro para su beatificación. Querido Fray Quirico ruega por junto a la Inmaculada por todos los mílites, para que en estos 100 años mantengamos vivo el espíritu de los orígenes.          

sábado, 19 de noviembre de 2016

Venerable Isabel María Satoko Kitahara,



Isabel fue una laica japonesa inscrita a la Milicia de la Inmaculada, nacida en 1929 y muerta en Tokyo, el 23 de enero de 1958, en el pueblecito de Arinomachi, donde había elegido vivir desde el 1950.

Isabel provenía de una familia no cristiana,  pero en 1948 pidió ser bautizada. Su conversión se debe a una experiencia especial que vivió ante una imagen de una Inmaculada de Lourdes. Ella en alguna ocasión entró en una iglesia católica junto con una amiga y estando allí a los pies de Nuestra Señora tuvo una luz especial que marcó toda su existencia. Ella misma lo describe así. “Era la primera vez que veía una imagen de nuestra Santísima Madre. Impulsada, no sé por qué, a entrar en esa iglesia, me quedé mirando fijamente esa estatua, sintiendo dentro de mí la presencia de una fuerza muy atrayente que no sabría explicar”.

En la vida de Isabel Satoko un hecho determinante fue el haber conocido al franciscano Conventual Zenón Zebrowski amigo y discípulo del padre Kolbe, que tras compartir con él en Niepokalanow se va a la misión de Japón a colaborar allí también con el apostolado franciscano y mariano. Viendo el servicio que este fraile prestaba a los niños en un Japón azotado por la pobreza después de la II guerra mundial, decide mudarse a un barrio muy pobre donde trabajaban los hermanos franciscanos para dedicarse allí a cuidar de los niños desamparados. El barrio se llamaba ciudad de las hormigas, porque en él habitaban grupo de traperos que por su incansable trabajo parecían hormigas.
 
Antes de morir, tras padecer tubercolosis al igual que el padre Kolbe, tiene que abandonar la ciudad de las hormigas por motivos de salud, estando lejos de ellos se entera de que las autoridades quieren acabar con esa labor y envía una carta a su antiguos colaboradores y un rosario con estas palabras: “[Este rosario] Está bendecido por el Papa. Pase lo que pase no se desanimen. Yo estaré rezando a ‘María sama’ (la Virgen María) hasta que vuelvan. Junto con ese rosario, pongo en manos del Señor mi vida, esa vida que he recibido de Él en depósito”.

Ella con su ejemplo nos enseña que los auténticos caballeros de la Inmaculada son los que entregan su vida al servicio de los hermanos más necesitados. Que interceda desde el cielo por todos sus con-milites para que sepamos dar gloria a Dios de la mano de la Inmaculada con nuestro servicio a los pobres.

 En Junio de 2015 el papa Francisco declaró sus virtudes heroicas y ahora estamos a la espera de un milagro por su intercesión para que sea canonizada.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Beato MIGUEL TOMASZEK santidad en la M.I,

Miguel Tomaszek nació el 23 de septiembre de 1960 en Polonia y fue bautizado un mes más tarde. Él ya era monaguillo cuando recibió su primera comunión en 1969. Su padre murió ese mismo año. A los 15 años, ingresó en el seminario menor de los Franciscanos Conventuales en Legnica. Permaneció allí hasta 1980, cuando comenzó el noviciado en Smardzewice. El 4 de octubre de 1980, la fiesta de San Francisco de Asís, vestía el hábito franciscano, por primera vez y un año después profesó los votos temporales.

Sus compañeros del Seminario recuerdan que Miguel había traído una imagen de la Virgen Inmaculada. Le rezaba con frecuencia y su oración se hacía más prolongada cuando se apagaban las luces para el descanso nocturno. Entonces, se ponía de rodillas ante la imagen y se pasaba largos ratos sumergido en oración.

En el seminario se había organizado un círculo de la M.I. al que él se había incorporado, allí se fomentaba el amor por la misión inspirados en el ejemplo de San Maximiliano Kolbe. En el circulo los futuros misioneros hacían una preparación espiritual porque sabían que la misión no sólo requiere una formación académica sino y ante todo del corazón.

Después de tomar los votos temporales, el Hermano Miguel estudió filosofía y teología en el seminario franciscano conventual en Cracovia, donde defendió su tesis sobre la teología moral, dos años después de haber hecho su profesión solemne fue ordenado sacerdote, tenía 27 años de edad. Laboró como coadjutor en la iglesia parroquial de Piensk y luego lleno de emoción y entusiasmo, Miguel partió como misionero hacia Perú el 25 de julio de 1989, la festividad de Santiago Apóstol.

Fue beatificado en diciembre de 2015


lunes, 7 de noviembre de 2016

INTENCIÓN DE NOVIEMBRE

También en los momentos de oscuridad y de incertidumbre sepamos invocar el amor misericordioso de Dios.


San Maximiliano experimenta momentos de prueba y de  oscuridad, que son para él de gran purificación, típico de la experiencia mística. Esto ocurre principalmente durante las dos internaciones  del Padre Kolbe en el sanatorio de Zakopane debido a la tuberculosis (11 de agosto de 1920 - 29 de abril de 1921. 18 de septiembre de 1926 - 13 de abril de 1927). Se ve obligado a vivir afuera de la casa religiosa para el tratamiento: joven y buen sacerdote experimenta un momento muy difícil de prueba. Se  consagró a la Inmaculada, ofreció su disponibilidad para evangelizar, pero debe permanecer quieto. Acoge pacientemente este sufrimiento ofreciéndolo a Dios con amor.
Este es un momento crucial para Maximiliano: después del  alejamiento forzado desarrolla el extraordinario apostolado que ha hecho célebre al Santo polaco. Vive la cruz con abandono confiado en la voluntad divina, realizando todo para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas, y  ofreciendo su dolor físico y espiritual. Las internaciones  en Zakopane, con la duda sobre su supervivencia, son motivo de un sano y espiritual "desprendimiento" de su apostolado, que desempeña principalmente como periodista y animador de la comunidad religiosa. Es un exilio muy doloroso, una fuerte purificación de los grandes dones de Dios,  y es preludio de su futuro incisivo e incansable apostolato.
El mártir polaco tiene que luchar constantemente con su salud. En Polonia y en Japón tiene la carga de una condición delicada de salud, pero con mucha paciencia acepta todo confiándose con mucha disponibilidad al Corazón de la Inmaculada. Es la confianza del niño que pone toda esperanza y expectativa en el Señor. Él confía totalmente en Dios cuando, para el nacimiento y el desarrollo de la misión japonesa, surgen dificultades de naturaleza jurídica y económica: también en esta circunstancia. De gran importancia es el siguiente pasaje: "Las dificultades aquí son muy numerosas, incluso de parte de los sacerdotes (como, de hecho sucedió en  Polonia). El obispo de Tokio me hizo grandes  reproches sobre el Kishi, dándome a entender cómo allí en la capital hay muchas prevenciones contra nosotros. A veces, incluso se contradecía; evidentemente presentó  argumentos que no eran suyos. Pero quedó impactado ante los casos de conversiones. Las conversiones no cesan; justamente el domingo pasado se presentó  una mujer pagana con un sacerdote para agradecernos por su conversión. Tiempo atrás nos escribió que tenía la intención de convertirse" (EK 336).
En esta carta de San Maximiliano es visible su sufrimiento por las dificultades encontradas en la tierra japonesa, y también su significativo espíritu de ofrecimiento a Dios, y su gran celo misionero, con lo cual  logra suscitar muchas conversiones. Las expresiones del Padre Kolbe muestran una gran capacidad de abandono en la Providencia de Dios y en la mediación maternal de María. La práctica de la ascesis es decisiva, como también la oración por el éxito de la actividad apostólica. En el período de su presencia en Japón, el mártir  enfrenta momentos muy delicados, en los cuales  está llamado a ejercer mucha paciencia y humildad en relación con  los hermanos que no comparten sus métodos o están en crisis vocacional.  El sufrimiento es grande,  y  grande es su confianza en el Señor y en la Inmaculada:  ascesis y  confianza son fundamentales para que la misión dé fruto, y para que se arraigue de la mejor manera. Él demuestra que es un auténtico Hermano menor y penitente porque pone todas las realidades en manos del Altísimo,  anonadándose a sí mismo y  aceptando  la adversidad. Este testimonio hace que el apostolado sea más valioso y eficaz: se caracteriza por la cruz. Incluso en las más dolorosas circunstancias el Padre Kolbe no se rinde y  trabaja por su fraternidad,  y comparte con los Hermanos el trabajo en tierra de misión. La oración,  el rosario en particular, le permite obtener del Señor fuerza y ​​perseverancia, incluso en la oscuridad y en la más grande fatiga: "En los corazones afligidos se derrama un bálsamo de consuelo, en las almas desesperadas despunta un nuevo rayo de esperanza. Los pobres, los afligidos, quienes están agobiados  bajo el peso de las preocupaciones, de las tribulaciones y de las cruces se sienten cada vez más clara y concretamente que no son huérfanos, que tienen una Madre que conoce sus dolores, tiene compasión, los consuela y los ayuda. Ellos sienten que tienen que sufrir un poco más, pero que luego llegará una recompensa, la recompensa eterna, infinita; de hecho sienten que hasta vale la pena sufrir en esta breve vida, para borrar las culpas cometidas y para dar prueba de su amor a Dios;  comprenden que en el sufrimiento el alma se purifica como el oro en el fuego, se separa de las ilusiones pasajeras que el mundo llama felicidad, y se eleva cada vez más alto, infinitamente más alto, hasta la fuente de toda felicidad, hasta Dios. Se dan cuenta de que sólo en Él el alma pueda descansar, mientras que todo lo demás es muy poco" (EK 1102).
 
Para la reflexión

Medita en el siguiente pasaje de San Maximiliano:


«Trata de recurrir a Ella, como un niño a su querida y buena Madre, también invocándola con su santo nombre "María", con los labios o con el corazón, en las dificultades de la vida, en las oscuridades y en las  debilidades espirituales, y tú mismo te convencerás cuán potente es María y quién es su Hijo, Jesucristo» (EK 1181).

jueves, 27 de octubre de 2016

25 AÑOS DE LA M.I. EN CALI

SEDE FILIAL SAN PIO X DE CALI

BREVE RESEÑA HISTORICA

La historia de la M.I. en Cali comenzó en el mes de febrero de 1991 cuando se solicitó el beneplácito del entonces Arzobispo, Mons. Pedro Rubiano Sáenz, para crear  un grupo de la M.I., en esta ciudad, tras su respuesta favorable  decidimos hacer la solicitud de erección canónica a la curia de los Frailes Franciscanos Conventuales en Roma, de la cual nos respondieron con documento firmado por el  Ministro General de la época P. Lanfranco Serrani OFMConv, con el que se aceptaba la erección canónica del nuevo grupo San Pió X. El grupo era presidido desde entonces por el P. José Bernardo Gómez Trujillo, sacerdote diocesano, acompañado por el señor Alberto Vidal  Jordán, Diacono Permanente (Fallecido) y cinco candidatos más: Amparo, Rosa Stella, Matilde, Dimas y Emilio.

En el primer periodo de nuestra sede filial, nos reuníamos en casa de la Milite Amparo Espinosa Ocampo, donde desarrollábamos una agenda de trabajo y estudio de las publicaciones semestrales de la M.I., remitidas desde Roma. Orábamos con el Santo Rosario, meditando y compartiendo.

En el segundo periodo de nuestra sede filial, nos reuníamos en el colegio Nuestra Señora de la Anunciación, ya que la hermanita Margarita Puerta se había hecho Milite desde el 23 de Junio de 2001.

Empezamos a llevar libro de actas desde el primero de Julio de 1997 hasta hoy.
En la actualidad la reunión del grupo se lleva a cabo el primer domingo de cada mes, a las 2:30 p.m. en uno de los salones pastorales de la Parroquia de San Pio X de las comunidades de Hermanos Menores Capuchinos en el barrio Villa Colombia de Cali, y siguiendo las recomendaciones del Asistente nacional de la M.I. de Colombia, Fr. Sidifredo de la Cruz  de la Orden Franciscanos Menores Conventuales.
                        
Nuestro grupo está conformado por 15 Milites consagrados y 6 candidatos a consagrarse que se preparan para ser parte del mismo, 2 candidatos pendientes que por salud no se consagran, y 17 Milites consagrados con dificultades de asistencia, 9 Milites difuntos que nos acompañan desde el cielo.

Santiago de Cali, Septiembre 16 de 2016     

viernes, 7 de octubre de 2016

INTENCIÓN OCTUBRE

OCTUBRE

Nuestra misericordia se inspire en la de la Inmaculada a los pies de la Cruz

Incluso la Inmaculada ha experimentado la realidad de la cruz, uniéndose a los sufrimientos del Hijo en modo único  y nos indica cómo acoger las situaciones de sufrimiento y de prueba en nuestra vida. San Maximiliano señala que "Las cruces son necesarias en todas partes, porque también la Inmaculada  vivió  en esta tierra pasando por las cruces, incluso el mismo Jesús no escogió un camino diferente" (EK 609). El momento de la prueba no es motivo de desesperación, sino de renovación de la confianza en el Señor, que con Su Madre, ha experimentado el camino del sufrimiento y por esto está dispuesto a ayudar y fortalecer a cuantos están en situaciones de dolor o de postración.
Esta certeza llena el corazón del mártir franciscano que, simplemente confiando completamente en el amor y en la ayuda de Dios logra salir victorioso y fortalecido de los momentos de prueba más agotadores. Este aspecto de la espiritualidad de San Maximiliano es fundamental durnte  su reclusión en el  campo de concentración y en el martirio, y es también el tema inspirador en la  práctica de los consejos evangélicos. Quien  sigue al Señor, es apóstol del Evangelio y  tiene a María Inmaculada como madre y guía en su camino de conversión, no se puede dejar atrapar por  la ansiedad y la preocupación. La confianza en Dios y en la Virgen
engendra mucha alegría en el corazón. Cruz y amor están estrechamente vinculados, como lo expresan las palabras del santo polaco: "Recordemos que el amor vive y se alimenta de sacrificios. Damos  gracias a la Inmaculada por la paz interior, por el éxtasis amoroso, sin embargo no olvidemos que todo esto, aunque bello y bueno, no es la esencia del amor,  y que  el amor, aún más, el  amor perfecto,  puede existir incluso sin todo esto. El vértice del amor es el estado al que llegó Jesús en la cruz ... Sin sacrificio no hay amor" (EK 503). El amor se alimenta de la cruz. La paciencia permite al creyente proseguir el perfeccionamiento de su camino de conversión y de santificación y asemejarse a Cristo que ofrece la vida por la salvación del hombre.
En estos momentos, el Señor continúa derramando gracias al creyente que tiene la oportunidad de crecer en el camino de comunión con Dios y en la práctica de las virtudes, que son cada vez más purificadas y auténticas. San Maximiliano nos ilumina con sus palabras: "Pero, ¿cómo hacer penitencia? La salud y las obligaciones de su estado no permiten a todos el rigor de la penitencia, también si todos reconocen que el camino de su vida está lleno  de pequeñas cruces. La aceptación de estas cruces en un espíritu de penitencia:  es un vasto campo para la práctica de la penitencia. Además, el cumplimiento de sus deberes, el cumplimiento de la voluntad de Dios en cada momento de la vida, un cumplimiento perfecto en las acciones, en las palabras y en los pensamientos, exige muchas renuncias a aquellas cosas que podrían parecer más atractivas en un determinado momento: y he aquí una fuente abundante de penitencia" (EK 1303). La Inmaculada nos ayuda a comprender que para acoger la dimensión de la cruz en nuestro camino es necesario cultivar una profunda comunión con Cristo, el Señor, esa comunión que Ella ha podido lograr, la misma que vivió el Padre Kolbe, como lo expresan sus escritos y como su experiencia espiritual lo revela. Él mismo  lo expresa: "Llegó el momento de su entrada en el mundo. Ella nació en el anonimato, en el silencio, en una humilde casita  de un pueblo de Palestina. Ni siquiera los libros sagrados hablan mucho de Ella. En ellos la vemos en la Anunciación, cuando se convirtió en la Madre de Dios. Seguimos Su viaje a Belén, donde admiramos el nacimiento de su Hijo, el Hijo de Dios e hijo del hombre, en una pobre gruta. Luego,  la fuga, llena de ansias, a Egipto. La dura vida en un país extranjero y, finalmente, el regreso a Palestina. El premuroso descubrimiento de  Jesús perdido en el templo. Más tarde la vemos al lado de su Hijo en las bodas de Caná de Galilea, donde pide y obtiene el primer milagro en favor de los jóvenes esposos. Jesús parte para enseñar, mientras que Ella permanece en su casa, preocupándose por su destino. El arresto, la pasión y el camino al Calvario. María vuelve a aparecer y acompaña a Jesús al lugar de la ejecución y está a su lado en el momento de la muerte y apoya a su pecho Su cuerpo helado, bajado de la cruz. Luego, La vemos en el momento en que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, estando en medio de ellos como una buena Madre y educando a los futuros apóstoles" (EK 1312). Además, "Su unión amorosa con Dios llega a tal punto que Ella se convierte en la Madre de Dios. El Padre le confía a su propio Hijo, el Hijo desciende en Su seno, mientras que el Espíritu Santo forma, de Su cuerpo, el santísimo cuerpo de Jesús" (EK 1320).



Para la reflexión

 

Consideremos el ejemplo de la Inmaculada en el Calvario. Ella se une a su Hijo y a su misión de donar la salvación a la humanidad, fruto de la infinita misericordia de Dios. Como Jesús, María acepta y acoge el dolor y las ofensas, perdonando a los que están matando a Cristo. Ella comparte su perdón y comprensión hacia los que "no saben lo que hacen". En el Calvario, la Madre de Dios ciertamente muestra su dolor, pero también con una notable capacidad de perdón, ese perdón del que Jesús había hablado tanto. Reflexionemos sobre nuestra capacidad de ser  misericordiosos y tratemos de entender lo que falta para que sea siempre más perfecta. El mismo San Maximiliano llegó, siguiendo a María, a perdonar a los que no lo comprendían,  en lo cotidiano de la vida en el convento, o se burlaban de él, durante todo el tiempo de su agonía.

martes, 5 de julio de 2016

INTENCIÓN DE JULIO

JULIO

Para que el rencor y la rabia no apaguen nuestra capacidad de amar

En el período de su presencia en Japón, San Maximiliano enfrenta momentos delicados, en los cuales  está llamado a practicar mucha paciencia y humildad con respecto a sus Hermanos que no comparten sus formas  o están en crisis vocacional. El sufrimiento es grande, pero también es grande su confianza en el Señor y en la Inmaculada: la  ascesis y la confianza son determinantes  para que la misión dé  frutos, y para que se arraigue de la mejor manera. Él demuestra ser un verdadero hermano menor y penitente porque pone cada realidad en manos del Altísimo, considerándose nada y aceptando la adversidad. Este testimonio hace que el apostolato sea más valioso y eficaz: se caracteriza por la cruz.
Así se expresa: "La cosa no ha pasado del todo sin consecuencias y temí seriamente  por la vocación del Hermano Mariano, al cual la partida, la Argentina, la reforma, habían comenzado a poner confusión en su cabeza; y también por la vocación del Hermano Paolo, que se había apegado mucho al ex fraile  Ludovico y él también hablaba abiertamente ahora de salir y viajar a Argentina con el fin de ayudar (?) a los compatriotas inmigrantes. Ludovico, de hecho, parecía que se había dedicado al bienestar de los residentes japoneses en Argentina. Ahora, sin embargo, gracias a la Inmaculada, ha pasado todo y ambos han recuperado su equilibrio. Pensé
que no me habría tomado tan a pecho este lío, ya que la salida de los precedentes, con la condición deplorable de su alma, la perspectiva miserable de su futuro, nuestra reputación, la desilusión de la esperanza de la ayuda en dos años, el sacar de nuevo  del bolsillo tanto dinero
-que viene de las manos de muchos que tal vez se privaron del alimento para darlo a la causa de la Inmaculada- después de haber gastado tanto en su venida [en Japón] y para su mantenimiento en Tokio, y luego el creciente temor por la influencia negativa sobre los demás, y así sucesivamente; todo esto ha tenido sus efectos y mi salud ha sufrido mucho. La Inmaculada, sin embargo, dio de nuevo "un mayo", un hermoso y soleado mes de  mayo"(EK 421).

Maximiliano no huye de los problemas con los Hermanos, sino que sufre con ellos, también por los excesos que muestran. Su ascesis prevalece sobre la tentación del desaliento y del resentimiento. Es precisamente en el momento en el cual la vida fraterna le causa más sufrimiento cuando aumenta su disponibilidad  a confiar en Dios para cumplir Su Voluntad y  la misión. El santo polaco no rechaza a los hermanos que le causan sufrimiento, acogiéndolos igualmente con paciencia y amabilidad. Sin embargo, la preocupación del  mártir franciscano no está representada por la dificultad que los Hermanos le causan, sino por el  peligro del mal ejemplo que podrían ofrecer a las personas que, en cambio, deben ser edificadas y evangelizadas. En Kolbe ciertamente podemos hablar de un “ser menor”  que se caracteriza por no sentirse superior a los demás y por no poseer bienes o títulos. En su forma de vida se puede apreciar el hecho de que no se siente superior a los otros Hermanos con los que trata de hacer prevalecer la lógica del amor y de la comprensión. Incluso las muchas estructuras realizadas para la evangelización no son motivo  de orgullo y de gloria: todo es considerado como un don  de la providencia divina y de la Inmaculada.
Maximiliano nos ofrece una exhortación significativa porque el amor fraternal siempre triunfará: "Trabajemos con prudencia, paciencia,  humildad, y sin pausa, purificando continuamente nuestras intenciones, para cumplir solamente  la Voluntad de Dios a través de la Inmaculada, ayudándonos recíprocamente con la oración, el consejo y la acción" (EK 46). El santo expresa estos pensamientos en una carta en el año 1920, durante su internación en el sanatorio. Ya probado por la enfermedad, invita a un compañero de Rumania a trabajar con paciencia y con humildad, rezando  y confiando totalmente en la voluntad de Dios. Es la actitud del menor, de quien se siente pequeño y confía solamente en el Señor, consciente de la extraordinaria vocación para la misión. De esta manera, el amor triunfa sobre el odio y el resentimiento. La oración, el  sentirse pequeños y humildes, el ofrecimiento al Señor, la confianza en la Inmaculada:  son todos elementos que contribuyen activamente a hacer triunfar  en nosotros el amor.  Incluso en las circunstancias más dolorosas, el Padre Kolbe no renuncia a trabajar por su  fraternidad y a  querer compartir con los Hermanos el trabajo  en tierra de misión.

Para la reflexión

- ¿Cómo puedo vencer mi resentimiento?
- ¿Cómo puedo superar el resentimiento o rencor para que el amor pueda prevalecer?
- ¿Rezo para que mi corazón esté libre de sentimientos de venganza y esté abierto a los hermanos?
-  El ejemplo de Kolbe, que amó incluso a los que lo mataron, ¿me compromete, me habla?
-  ¿Discuto con los hermanos para construir o para  hacer prevalecer mi pensamiento?
-  ¿Considero al hermano en su ser amado por Dios?
-  ¿Cultivo la belleza y la integridad de mi corazón?
-  El ofrecimiento a la Inmaculada ¿me ayuda a liberar el corazón del odio para que  yo pueda seguir amando con todas mis fuerzas?
- ¿Cómo permito al amor triunfar en mi realidad MI?





domingo, 5 de junio de 2016

INTENCIÓN DE JUNIO

JUNIO

Contemplando el amor misericordioso de Cristo, abramos nuestro corazón a las necesidades de los hermanos.

El hombre ha recibido como un don de Dios su amor misericordioso y al mismo tiempo nos ha llamado a "derramar" la misericordia a los hermanos. Ellos deben ser recibidos con todo el corazón, superando las dificultades causadas por el prejuicio, la incomprensión y el odio. Estar abiertos a la historia y a las necesidades del prójimo nos hace capaces de amar como el Señor pide. Maximiliano nos ayuda a entender que detrás de la fachada de una hermosa devoción se pueden ocultar antipatías, ansias de dominio e incapacidad de encontrarse con los hermanos...
Aquí están las expresiones iluminadoras del mártir de Auschwitz: "Lo más terrible es que este tipo de persona  no se da cuenta de la gravedad de su situación. Puede realizar todas las prácticas de piedad con los demás, conmoverse profundamente  durante la oración, ya que el diablo es capaz de atraer de esta manera;  puede decidir de no estar detrás de los otros, incluso preceder a ellos -una de las características de este tipo de personas es, de hecho, una evidente falta de humildad. Confiando con presunción en la propia inteligencia, ni siquiera acepta los llamados de atención de sus superiores, sino que los atribuye de inmediato a un sentimiento de antipatía o de prejuicio en su contra.  Enceguecido a tal punto, cae más profundamente en el pantano, y no se despertará  de su sueño, ¡ni siquiera cuando llega  al límite de pecado mortal! ... No quiero seguir escribiendo acerca de esto. Dios nos libre, y nos libre la Inmaculada de esta oscuridad" (EK 329). El santo polaco demuestra también estar interiormente abierto a los que se le oponen. El recuerda en la oración a sus enemigos: su camino no le es indiferente, sino que trata de transmitirles mucho amor, mucha misericordia. He aquí sus palabras iluminadoras: "Expresemos nuestros más cálidos agradecimientos  y un amistoso 'Dios los recompense', a través de la Inmaculada, a todos los que de alguna manera, con el consejo, con la lapicera, o con el dinero y con otras actividades, han ayudado al Rycerz en su lucha por los ideales espirituales más  sublimes. Sin embargo, nosotros no alimentamos los mejores sentimientos sólo hacia estas personas. Con el mismo amor nosotros nos dirigimos a los que eran enemigos del Rycerz y también a aquellos que  han dirigido todos sus esfuerzos en este sentido con el fin de no permitirles salir de esto! A todos ellos nosotros los perdonamos de corazón, deseándoles que si hace  largo tiempo  que no se acercan al  confesionario,  lo hagan lo antes posible; y si  no conocen la ternura de las enseñanzas de Cristo y no pertenecen a su redil, les deseamos que cuanto antes el agua del s. bautismo lave sus almas" (EK 1021).
El testimonio misionero de Maximiliano  consiste también  en el profundo respeto por las culturas
distintas de la propia, en el diálogo que le permite un óptimo proceso de inculturación. Trata de dar el mensaje del Evangelio con gran delicadeza y con la máxima sensibilidad. El anuncio es acompañado, según su ejemplo y su pensamiento, precisamente por su testimonio, guiado por la caridad y la acogida de otras formas de pensar y de vivir.
Él nos da un radiante testimonio  por su capacidad de involucrarse y comprometerse  profunda y rápidamente en los ambientes donde entra. Conoce a la gente, la escucha y es capaz de establecer con todos un diálogo cordial y constructivo a través del cual trata de proponer soluciones concretas a los problemas, y también líneas sólidas para el apostolato. Se debe destacar la gran capacidad de nuestro santo de escuchar al prójimo y salir al encuentro de  sus necesidades con sensibilidad y eficacia. Justamente esta acogia es determinante para la credibilidad de un apostolado que es respetuoso de los deseos y demandas del pueblo. Kolbe elige particularmente la regla franciscana, ya que proporciona la posibilidad de un anuncio "para todos", motivo de acogida a todos los hermanos, sobre todo a aquellos que no comparten sus ideas religiosas. De hecho, él considera que "el Padre San Francisco es el modelo del misionero; su ejemplo, su Regla son altamente misioneros y permiten el máximo celo apostólico dirigido a la salvación y a la santificación de los hermanos" (EK 299).
Francisco y su Regla son un punto de referencia indiscutible para Maximiliano que en el Pobrecillo,  y en su estilo, ve un modelo extraordinario de  vida misionera sin límites. Incluso en este sentido, el mártir de Auschwitz entra totalmente en la tradición franciscana desarrollándola con su genial aporte.

Para la reflexión

- ¿Considero la dimensión vertical de la misericordia?
- ¿Hasta qué punto logro aceptar al hermano que vive de una manera diferente de la mía?
-  Mi camino misionero ¿me pone en condiciones de aceptar incondicionalmente al otro?
-  ¿Trato de superar los motivos de resentimiento y de odio?
-  Mi corazón ¿es siempre acogedor hacia los hermanos?
- ¿Cuáles son mis cerrazones , y cómo puedo superarlas?
- ¿Cuál es la  enseñanza de Kolbe en este ámbito?



miércoles, 1 de junio de 2016

¿Qué tiene que ver la fiesta del Corazón de Jesús con la M.I.?


Una de las celebraciones más entrañables en la Asociación de la Milicia de la Inmaculada, es la del Sagrado Corazón de Jesús, puesto que en este misterio del amor de Dios está contenido el fin último de esta obra.
La M.I. está profundamente relacionada con esta devoción desde sus inicios, de hecho fue fundada intencionalmente un 16 de octubre, día en que la Iglesia celebra la fiesta de Santa Margarita María Alacoque (beata para aquél entonces) que fue la gran apóstol del Sagrado Corazón de Jesús.
El padre Kolbe entendía la devoción al Sagrado Corazón, como la expresión del amor misericordioso de Dios por la humanidad. En una de sus cartas decía “el motivo de nuestra acción es el amor del Corazón de Jesús, es decir, del amor de Dios en el que consiste la perfección y santificación, a la cual queremos atraer a todos los que existen”. EK 206
El Corazón de Jesús, es pues el fin último de la M.I. Todo lo que se hace en esta asociación, por medio de la Inmaculada, debe tener como única intención, que todos puedan experimentar el amor misericordioso de Cristo, que es capaz de dejar las 99 ovejas por ir en busca de la perdida. (Cf. Lc 15, 1 - 7)
En uno de sus escritos san Maximiliano nos dice: “El sacratísimo Corazón de Jesús es el amor de Dios hacia los hombres”.
En este año de la Misericordia la Iglesia nos invita a celebrar con la mayor solemnidad posible la fiesta del Corazón de Jesús, que es la máxima expresión del amor misericordioso con el que el Padre nos ha amado en su Hijo. En este 2016 se conmemoran además los 160 años de la institución de esta fiesta litúrgica y debemos agradecer a Dios por todo el bien que este culto ha hecho a la Iglesia.  


Que como preparación al centenario de la M.I. que ya se acerca, nos podamos sumergir todos los
mílites en el horno ardiente de amor del Corazón de Jesucristo, como bien lo describía santa Margarita y que hagamos participes de este amor pacífico y lleno de ternura a todos los hombres y mujeres que encontremos en nuestro día a día.

lunes, 9 de mayo de 2016

INTENCIÓN DE MAYO


Libres de todo prejuicio, acojamos a los hermanos en su diversidad.

La aceptación incondicional es una característica esencial de la espiritualidad de San Maximiliano. Él se deja conducir por Cristo y por la presencia maternal de la Inmaculada hacia una cada vez mayor capacidad de amar,  que alcanza su punto culminante en Auschwitz. Estas son algunas de las expresiones significativas del santo: "El odio divide, separa y destruye, mientras  al contrario el amor une, da paz y construye. No es raro entonces, que sólo el amor es capaz de hacer a los hombres más perfectos. Por lo tanto, sólo aquella religión que enseña el amor a Dios y al prójimo puede perfeccionar a los hombres. La religión de Jesucristo es verdaderamente la religión del amor, del amor perfecto, y esto es evidente en las santas palabras de Jesucristo" (EK 1206).
El mártir polaco aprende a amar también  a los enemigos, incluso a aquellos que ponen en peligro su vida y la de sus hermanos. Escribirá  a  un oficial alemán que investiga las actividades de la Ciudad de la Inmaculada, en las vísperas  de su arresto: "Me gustaría hacer hincapié en que no siento odio por nadie en esta tierra. La esencia de mi ideal está muy dentro de mí. Lo que surge de él es mío: por este ideal yo deseo trabajar, sufrir y también ofrecer en sacrificio mi vida, mientras que lo que es contrario a él no es mío, sino que viene de afuera y, por lo tanto, según mis posibilidades, lo he combatido, lo combato y lo combatiré siempre" (EK 884).
El santo aprende a cultivar en su corazón un amor universal, libre de prejuicios y totalmente libre de cualquier rastro de resentimiento. Son significativas  estas expresiones dirigidas a sus hermanos: "Y ahora seguimos y seguiremos realizando la misión de amor al prójimo,  quienquiera que sea, para aliviar a los que sufren y encender en su corazón un amor agradecido a la Inmaculada, Madre que ama a todos los hombres de la tierra, sin distinciones" (EK 914).
El acto de ofrecimiento de la vida en el lugar de un padre de familia en el campo de concentración no es el gesto de un momento de fervor y de generosidad, sino el resultado de un camino espiritual marcado por su cotidiano ofrecimiento que llega a su punto culminante en Auschwitz. La muerte de San Maximiliano es  hija de una vida gastada maravillosamente en el amor y en el servicio a Dios, bajo la protección y la guía de la Inmaculada.

Creemos que  el hombre de hoy, sobre todo el que cree en Cristo, tiene absoluta necesidad de inspirarse en el ejemplo del Padre Kolbe para reconstruir o fortalecer su capacidad de amar. Las condiciones inhumanas del campo, las barbaries que se llevaron a cabo en él fueron  iluminadas por  la insólita y heroica propuesta de dar la vida por un padre de familia, por parte del mártir polaco. Su elección de amor indica a los creyentes la luz que deben llevar al mundo actual, en el cual muy a menudo prevalece el deseo de dominar.  San Maximiliano enseña que el amor es la esencia misma del ser humano, lo que lo ennoblece, lo embellece y hace que su vida sea más digna. La caridad es para él y para nosotros la dimensión más importante de la existencia. Él afirma la belleza de su humanidad y el amor de Dios contra el odio y la destrucción del hermano. El confirma a los cristianos y a los hombres de hoy que es fundamnetal dar testimonio del amor hasta la entrega de sí mismos: en este sentido, todos estamos llamados a ser «kolbianos»,  a estar convencidos de la importancia que tiene el ser  testigos de la caridad que prevalece sobre toda clase de maldad y de  intolerancia. La humanidad encuentra plena realización en el ser un reflejo del amor de Dios: es lo que el mártir de Auschwitz grita a los hermanos de este siglo.

Para la reflexión

Es útil meditar en estas palabras de San Maximiliano, tomadas de un artículo del año 1939, que se refieren  a la actividad de la MI y al amor que este movimento desea proponer.

"Estos  pobres hermanos, por lo tanto, necesitan luz, mucha luz sobrenatural, una gran energía sobrenatural; son  infelices, están descontentos, porque consideran como objetivo final lo que es sólo un medio y por lo tanto, después de alcanzar la felicidad a la que aspiran, no encuentran lo que buscaban. Y siguen buscando con  el corazón decepcionado, con la amargura en el alma. ¿Y cómo podemos  tenderles la mano? ¿Cómo no ayudarles a pacificar sus corazones,  aliviar su mente, para que lleguen al único objetivo final, Dios? El amor al prójimo empuja a estos hermanos que ya han encontrado el verdadero ideal de vida a no olvidar a los otros hermanos que los rodean. Una de las muchas asociaciones que ponen en práctica este amor al prójimo es también la Milicia de la Inmaculada. Ella se llama: «de la Inmaculada»,  porque sus miembros se ofrecen sin límites  a la Santísima Virgen María Inmaculada, para que Ella misma actúe en ellos y a través de ellos y derrame a través de ellos, en las otros hermanos las gracias de luz, la fuerza y la felicidad sobrenaturales. También se llama «Milicia», porque no se puede permitir el lujo de descansar, sino que tiene la intención de conquistar con el amor, muchos corazones a la Inmaculada y, a través de Ella,  al Divino Corazón de Jesús y, en última instancia, al Padre celestial. ¿Ya formas parte de las filas de esta Milicia? ¿Quisieras tender una mano de caridad a tus vecinos? ¡Ofrécete también tú a la Inmaculada! ¡Deja a Ella obrar a través de ti y esparcirás una gran felicidad en la tierra, incluso en nuestro tiempo,  ofrecerás a muchos hermanos inquietos la paz y la serenidad en Dios" (EK 1237).



sábado, 2 de abril de 2016

INTENCIÓN DE ABRIL

Abril

Nuestra vida sea un continuo testimonio de la resurrección y de la misericordia divina.


La fuerza del apostolado de San Maximiliano, sin duda, está representada por el testimonio evangélico que, en todas las circunstancias y en todos los períodos de su vida, trata de ofrecer al prójimo. Es justamente su ejemplo que es decisivo por el caracter incisivo  de sus acciones, por su "contagiar" a los hermanos y a los fieles. El estilo misionero del santo polaco tiene tres características: su ejemplo que precede al hablar, la pobreza, el sacrificio y la entrega. Como Francisco, él considera que los frailes y los fieles pueden ser estimulados por el verdadero testimonio del Evangelio más que con las palabras. El mirar a Cristo, a la Inmaculada y a Francisco se debe poder traducir en una experiencia que pueda iluminar al prójimo y llevarlo delicadamente a amar cada vez con mayor convicción al Resucitado, creyendo en su amor misericordioso.
El mártir polaco da constantemente ejemplo con su vida: expresión de humildad y de confianza en el amor providente y rico de misericordia del Señor. El trabajo, la pobreza y la entrega al apostolado ponen al fraile, al mílite o al fiel en general en la condición de entregarse generosamente al proyecto que el Señor les confía a ellos.

Todo esto es vivido y transmitido por Maximiliano como requisito para una vida misionera.  Está convencido de que testimoniar la fe, a partir de una significativa y personal experiencia espiritual, es la clave que permite al misionero entrar en los corazones de los hombres, en los cuales "siembra" la seguridad de la resurrección de Cristo y de su ser llamado para la vida eterna. Por otra parte, el amor a su vocación, la benevolencia, la hospitalidad, la sobriedad  le permiten   llevar a los que evangeliza  su ejemplo y luego la palabra. El santo pone en evidencia que mirando el misterio de la resurrección y de la misericordia divina, las actividades apostólicas, como la propagación del Caballero de la Inmaculada o el crecimiento de la actividad de la Ciudad de la Inmaculada, se pueden realizar con mayor credibilidad, bajo la insignia de la fe y del ejemplo dado a los hermanos.
San Maximiliano es protagonista de un anuncio cristocéntrico porque desea transmitir el amor de Cristo por la humanidad, que gracias a su muerte y a su resurrección, ha sido redimida. Quiere vivir esta verdad con alegría, y donarla a través de la palabra y de la prensa. Este movimiento de evangelización parte de su ejemplo personal de vivir el Evangelio que dona  y hace donar también a los hermanos que comparten con él la misma misión. Otro deseo del Padre Kolbe es hacer comprender a los hermanos la importancia de la presencia de la Inmaculada en su vida, lo hermoso que es gozar de la presencia de una Madre que está dispuesta a interceder y a derramar su protección maternal y significativa.
Santificarse a sí mismos es la primera forma de evangelización. Sólo cuando esta obra estará en plena realización será capaz de ayudar a otros a convertirse y a volar hacia la vida eterna. El gran amor del creyente por el Señor  suscita en las personas el deseo de seguir los caminos de Dios. El deseo de comunión con el Viviente se transmite a través de su proprio camino de perfección.
El santo, con su testimonio y su acción apostólica, desea suscitar inquietud religiosa y moral en el corazón de sus interlocutores para abrirlos al descubrimiento del amor de Dios y de la alegría de su presencia, vividos a través de la comunión con Él. No busca autoridades o personas influyentes, sino evangelizar con su vida y con su testimonio de religioso que da y dona la alegría de la unión con Cristo Resucitado y Misericordioso, por la mediación de la Inmaculada. Su anuncio, de hecho, invita a sus interlocutores a experimentar la alegría  de la vida ascética y mística, a una comunión con Dios cada vez más intensa y total  que es presagio de la bienaventuranza eterna. El testimonio de Kolbe se enriquece con altas motivaciones que lo impulsan a la misión: el deseo de anunciar el amor misericordioso de Dios hacia toda la humanidad, la obediencia a la Iglesia y el seguimiento de Cristo al estilo de Francisco. El santo polaco está animado por el deseo de transmitir a todos los hombres la profundidad del amor misericordioso de Dios, que también se manifiesta mediante la presencia maternal de la Virgen María. Su celo es tal que lo lleva  a soñar y a realizar un apostolado sin fronteras ni límites.


Para la reflexión

Reflexiona sobre las siguientes expresiones de San Maximiliano:

"Tu santificación personal es tu primera ocupación. El compromiso para la santificación de los demás debe ser la sobre abundancia de tu amor por Jesús. En todo trata de agradar lo más posible a Jesús y ten confianza en Él a través de la Inmaculada" (EK 987 F).



"La oración es la expresión de un alma hermosa. El cuerpo humano tiene su origen en el polvo y después de la muerte se convertirá en polvo. Todas nuestras actividades humanas se dirigen a la madre - tierra. Sólo en la oración el hombre eleva el corazón hacia el Paraíso, y entra en diálogo con el Creador del universo, con la Causa de todo, con Dios" (EK 1208).

martes, 1 de marzo de 2016

INTENCIÓN DE ORACIÓN - MARZO 2016


 "La conciencia de la misericordia de Dios nos haga disponibles a abrirnos al don generoso de nosotros mismos"

 

La conciencia del amor misericordioso de Dios es la espléndida seguridad que domina el corazón de Maximiliano. Él experimenta en su propia experiencia de fe y constata en la de los hermanos cómo el Señor, a través del amor maternal de la Inmaculada, cuida de los hombres, conduciéndolos al puerto de la salvación. En particular, el santo da testimonio de cómo incluso las personas más alejadas de un camino espiritual significativo tienen la oportunidad de conocer el amor de Dios y de cambiar completamente su estilo de vida. La seguridad de la caridad divina lo lleva a donarse a sí mismo, que es la constante de toda su vida, enriquecida en cada etapa por su tender en forma significativa  al martirio. La siguiente tabla sintetiza esta lógica.

Tensión al martirio de san Maximiliano
Martirio en la infancia
Infancia y juventud dolorosas: muerte de sus hermanitos, pobreza de la familia, dificultades de los padres.
Martirio ordinario
Incomprensiones fraternas en su ministerio profético, pobreza y dificultades en la actividad misionera de vanguardia. Enfermedad.
Martirio en la madurez
Arresto, prisión y muerte en el campo de concentración.

Toda la vida de San Maximiliano está marcada por el misterio de la cruz. Su tender al martirio es una constante que compromete su vida y que "abraza" las dos guerras mundiales. La infancia y la juventud de Kolbe se caracterizan por la muerte de sus hermanitos y por la pobreza de la familia que se ve obligada a grandes sacrificios para la supervivencia. El pequeño Raimundo asiste al gran dolor de su familia uniéndose a ellos, si bien con el consuelo de la Inmaculada que lo visita proponiéndole las coronas de la pureza y del martirio y que él acepta con disponibilidad y entusiasmo.
 Incluso la vida conventual se presenta colmada de momentos de dolor y de prueba: fray Maximiliano, ya desde el período de formación, se revela como un verdadero pionero de la vida y de la misión franciscana. La Milicia, el Caballero y la Ciudad de la Inmaculada son la expresión no sólo de su talento natural, sino también su docilidad extrema a las mociones  que vienen del Espíritu Santo,  a las que él intenta siempre seguir. Todo esto no siempre ha sido bien acogido por los superiores y hermanos, que a menudo le provocan sufrimiento debido a la cerrazón a las novedades sobrenaturales.
Sin embargo, él continúa sereno, confiado y perseverante, con la seguridad de que es la cruz la que purifica y bendice todas las actividades que provienen del Altísimo. A esto hay que añadir el sufrimiento físico causado por sus precarias condiciones de salud que lo obligan a internarse  y con frecuencia le crean grandes problemas.
Llegamos finalmente a la madurez del martirio que se da en Auschwitz y que no está representado sólo por la muerte heroica en el lugar de un padre de familia, sino también en el vivir día tras día las humillaciones, el dolor físico e interior y el tener que sostener la fe de sus compañeros. Es la apoteosis del martirio que se revela casi continuamente durante toda su existencia. Su donar la vida se  realiza día a día en su vida conventual y de apostolado, en su intento de entregar a cada hermano la alegría de la santidad y de la amorosa presencia de Dios y de la Inmaculada. El se entrega en la vida de la fraternidad haciendo preciosa su misión en virtud de la paciencia y del espíritu de sacrificio, por el cual acepta las controversias e incomprensiones  de la realidad conventual. Son dos formas de martirio que constituyen un precioso y doloroso preludio del altísimo sacrificio de Auschwitz. En última instancia, su ser mártir, es decir testigo de la fe hasta el final, está en el ADN de San Maximiliano, que  hace de esta dimensión de su camino espiritual el elemento más precioso de todo su apostolado.

Para la reflexión

Reflexiona sobre las siguientes expresiones de San Maximiliano:

«La mera invocación "María ", tal vez con el alma sumergida en la oscuridad, en la aridez e incluso en la desgracia del pecado, qué eco produce en Su Corazón que nos ama tanto» (EK 509).

«Dejémonos conducir siempre más perfectamente por la Inmaculada, en cualquier lugar y de cualquier manera que Ella quiera que estemos, para que cumpliendo bien nuestros deberes, ayudemos a asegurar que todas las almas sean conquistadas por su amor» (EK 960).


«Sólo tú has destruido todas las herejías del mundo entero, para que en tus manos inmaculadas y misericordiosas yo pueda convertirme en un instrumento útil para aumentar y hacer partícipes del Reinado de Tu Sagrado Corazón a la mayor cantidad de hermanos que están perdidos, desorientados o son indiferentes. De hecho, donde Tú entras, obtienes la gracia de la conversión y santificación, porque toda gracia llega a través de tus manos, del Sagrado Corazón de Jesús hasta nosotros» (EK 37).