sábado, 3 de diciembre de 2016

Sierva de Dios VERÓNICA ANTAL,


Verónica nació el 7 de diciembre de 1935 en Rumanía. De su pueblo natal procedía también el Fray José Pal del grupo de los 6 cofundadores de la M.I. Al día siguiente de su nacimiento, solemnidad de la Inmaculada Concepción fue bautizada. ¡Desde sus primeros días su vida estuvo unida a María!
Verónica creció con sus padres. Era una niña normal, le gustaba jugar, estudiar y sobretodo disfrutaba los momentos de oración en familia.  Poco a poco se fue incrementando en su corazón el amor a Jesús Sacramentado y la Virgen Inmaculada. Ya Dios iba formando a su pequeña hija en el Espíritu de la M.I.
A los 16 años comienza a formar parte del coro parroquial. Participando de la vida en su parroquia conoce la obra de San Maximiliano Kolbe y no duda en entregar su existencia en  manos de la Inmaculada y se convierte en Mílite.
Muy pronto Verónica sintió el llamado a la Vida consagrada, pero no lo pudo realizar por diversos motivos, sin embargo oyendo el consejo de su director espiritual decide consagrarse en la Orden Franciscana Seglar y hace un voto privado de Castidad. En el patio de su casa construye una pequeña celdita y se dedica allí a la Oración.
Los que la conocieron, cuentan que su amor a la Eucaristía la llevaba a movilizarse a píe hasta 8 kilómetros, incluso en invierno cuando las temperaturas son extremadamente bajas en esa región. Dado que la Iglesia de su pueblo no era parroquia y por ende no se celebraba la Eucaristía diaria, esta chica llena de amor por Jesús y deseosa de recibirle no dudaba en levantarse a las 4:00am e ir caminando hasta la parroquia más cercana.
El 23 de agosto de 1958 haciendo el recorrido de vuelta a casa, después de haber participado en la
Misa, el joven Pavel Mocanu, que estaba enamorado de ella y enloquecido de pasión por esta hermosa joven, la abordó e intentó forcejearla para que ella accediese a sus deseos carnales y al negarse rotundamente, decidió quitarle la vida. La joven fue apuñalada 24 veces. Cuando encontraron su cuerpo al día siguiente, tenía aferrado a sus manos una camándula con la que iba rezando el rosario.
En la autopsia comprobaron que el joven por más que quiso no mancilló la pureza de esta valiente mílite.
Ella al igual que el padre Kolbe ha sido coronado en el cielo con la corona blanca y roja de la pureza y el martirio que mereció por su fidelidad en la tierra, mientras tanto esperamos que la Iglesia reconozca pronto su santidad y martirio. Que ella interceda para que en estos 100 años de la M.I. muchos jóvenes se animen a seguir su ejemplo entregando sus vidas a Jesucristo por manos de la Inmaculada.