viernes, 16 de octubre de 2015

CARTA DEL ENCARGADO NACIONAL EN LOS 98 AÑOS M.I.

Protocolo 03/2015                                                                     Itagüí, octubre 16 de 2015

MILICIA DE LA INMACULADA
Colombia

El Señor les dé su paz.

El 16 de octubre de 1917, frente a una pequeña estatua de la Inmaculada en una celda del “Seraphicum”, convento de estudios teológicos de los Franciscanos Conventuales en Roma, San Maximiliano Kolbe y seis compañeros de la Orden: fray Enrique Granata, fray Jerónimo Biasi, fray Antonio Glowinski, fray José Pal, fray Quirico Pignalberi, fray Antonio Mansi, fundaron la Militia Immaculatae (M.I.), con la finalidad de ayudar a los fieles cristianos a vivir la propia vocación bautismal acogiendo el don del Redentor de la Cruz: “Ahí tienes a tu madre”.

Hace 98 años nos fue dado del cielo la gracia de esta asociación cuyo fin como lo describe el padre Kolbe es “precisamente la gloria de Dios, y no sólo una gloria mayor, sino la máxima posible”. Celebramos 98 años del nacimiento de un camino de espiritualidad profundamente cristiano de la mano de la Inmaculada, no es un grupo mariano como tantos que abundan en nuestro tiempo, es un auténtico itinerario de discipulado que ayuda a quien se confía a la Inmaculada y se entrega como cosa y propiedad suya para que sea un verdadero discípulo del Señor.

Celebremos jubilosos 98 años de escuela de santidad, demos gracias al Señor por dar a María Inmaculada como regalo a los discípulos que permanecen junto a la Cruz redentora, exaltemos con gozo a la Santa Trinidad que en la Milicia de la Inmaculada nos ha dejado camino seguro para ir sin temores a la gloria imperecedera.

Felicidades a todos los milites que son y que serán, elevemos nuestras plegarias al cielo por intercesión de la Inmaculada: “Oh, María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti y por cuantos a ti no recurren, en particular por los alejados de la Iglesia y por cuantos te son encomendados”.

Salve María Inmaculada.



Fr. Sidifredo de la Cruz OFMConv.

Encargado M.I. Colombia 

jueves, 1 de octubre de 2015

Intención de oración M.I. para Octubre


Para que cada creyente, siguiendo el ejemplo del Pobrecillo de Asís, pueda trabajar por la realización de la paz entre los pueblos.

Para que reine la paz es fundamental que cada uno se esfuerce en realizar gestos de amor, que estén en grado de formar corazones pacificados, capaces de transmitir el sentido y la modalidad de la armonía entre los pueblos. Famosas y significativas son estas frases del Padre Kolbe, presentes en un artículo: «El odio divide, separa y destruye, mientras que el amor une, da paz y edifica. No tiene nada de extraño que sólo el amor llegue a hacer a los hombres cada vez más perfectos. Por lo tanto, sólo aquella religión que enseña el amor de Dios y al prójimo puede perfeccionar a los hombres. La religión de Jesucristo es realmente esta religión del amor, del amor perfecto, y eso es evidente en las santas palabras de Jesucristo»  (EK 1205).
La paz brota primero de todo en nosotros. Las situaciones de guerra y de divisiones surgen sobretodo porque faltan corazones serenos que sepan afrontar la vida y a los hermanos con una mirada positiva y constructiva. Además, poner la propia confianza en María es otro ingrediente fundamental que permite, no sólo evitar guerras, sino también sembrar acciones y sentimientos marcados por la auténtica concordia.  En efecto, Maximiliano afirma que: «el manantial de la felicidad y de la paz no está afuera, sino dentro de nosotros. Sepamos sacar provecho de todo para ejercitar nuestra alma en la paciencia, la humildad, la obediencia, la pobreza y las demás virtudes de la vida religiosa, y las cruces no serán tan pesadas. Por lo demás, nosotros proclamamos que a través de la Inmaculada lo podemos todo: demostrémoslo, pues, con la acción. Pongamos en Ella nuestra confianza, oremos y vayamos adelante en la vida con tranquilidad  y serenidad» (EK 935). Cualquier acción de división proviene del enemigo. Ponerse en las manos de la Inmaculada nos permite tener un corazón tranquilo, capaz de difundir comunión, mediante un perfil humilde y colmado de amor. La oración se revela particularmente importante para que reine establemente la paz. Ésta nace dentro de nosotros y se irradia al exterior. El santo en todos lados y con paciencia se ha demostrado colmado de una paz interior que infundía serenidad también en el horror del campo de concentración. Él advierte a los co-hermanos del peligro de la división con estas palabras: «Estemos seguros de que toda división e incomprensión no procede de la Inmaculada, sino única y exclusivamente de aquella serpiente que está bajo sus pies. Por consiguiente, cada uno, por su parte, haga todo lo posible de atenuar todo desacuerdo, con la humildad, el amor, la paciencia y la oración, para profundizar cada vez más el amor mutuo y ayudarnos mutuamente a tender hacia nuestro Ideal de la dilación del Reino de la Inmaculada en las almas. Cada uno de ustedes esfuércese no tanto por cambiar el ambiente cuanto por llegar a ser cada vez mejor él mismo, por acercarse personalmente a la Inmaculada para que todos, acercándose a Ella, se acerquen mutuamente entre sí. Por eso, no alabo de ningún modo a quien pida se le aleje del puesto avanzado y se le envíe a cualquier otro lugar, aunque sea, el convento o la Orden religiosa más fervorosa. Las gracias divinas y la protección de la Inmaculada están preparadas para cada uno de ustedes en el lugar dónde se encuentran por obediencia, mientras que la huida de ese ambiente – sin considerar las causas, sean las que sean- es sin duda sólo una verdadera tentación de nadie más que de Satanás, que busca por todos los medios la destrucción de la Niepokalanów y la debilitación del Reino de la Inmaculada. ¿Quisieran, acaso, ser un instrumento en sus manos en este asunto?» (EK 926).
       Dejarse conducir por la Inmaculada da la posibilidad al creyente de tener un corazón lleno de paz y de alegría. Ella nos guía hacia un camino en el que podemos convertirnos en sembradores de bien y de concordia. La protección de la Inmaculada y su materna intercesión contribuyen a ser criaturas que siembran amor. El mártir de Auschwitz exhorta: «Dejémonos conducir por Ella, sea a lo largo de una calle bien asfaltada y cómoda, sea por otra escabrosa y difícil. Es suficiente un solo acto de amor – de amor que procede no del sentimiento, sino de la voluntad, es decir, un acto de obediencia religiosa cumplida por Ella, para que una caída se transforme en un beneficio aún mayor. Sta. Teresa del Niño Jesús escribe que ya se había resignado a la constatación de que sería siempre imperfecta, porque es difícil no serlo, dado que no estamos aún en el paraíso. Las caídas nos enseñan a no confiar en nosotros mismos, sino a poner toda nuestra confianza en manos de Dios, en manos de la Inmaculada, Mediadora de todas las gracias. Siempre tranquilos y serenos; nunca tistes. También nosotros aquí experimentamos de manera tangible la protección de la Inmaculada (EK 937)».

Para la reflexión
-          ¿De qué manera logro ser un constructor de paz?
-          ¿Busco sembrar amor alrededor mío?
-          ¿Cómo combato la polilla de la discordia y de la división?
-          ¿Mis elecciones están guiadas por aquel amor que crea la paz?
-          ¿Maximiliano es un hombre de paz: de qué manera sigo su ejemplo?

-          ¿Cómo puedo “romper” las situaciones de guerra y de división? 

martes, 22 de septiembre de 2015

MONTERÍA SE UNE A LA CAUSA DE LA INMACULADA.


El pasado sábado 19 de septiembre un grupo de 11 laicos y un monasterio entero de clarisas se unieron a la causa de la Inmaculada, consagrándose a Ella enteramente en la Asociación de la Milicia de la Inmaculada, fundada por San Maximiliano Kolbe. Ellos ahora junto con los mílites de Bogotá, Cali, Corozal y la Estrella, se empeñarán en lograr que el ideal de la M.I. sea una realidad: “Ganar a Colombia entera para Cristo por medio de la Inmaculada”

Algo para rescatar en esta nueva presencia de la M.I. es el apoyo que ha tenido por parte de las hermanas del Monasterio de Santa Clara de esa ciudad. Las clarisas son la rama femenina de la Orden franciscana, ellas desde la clausura comparten el mismo ideal de vida de los Hermanos Menores. En su espiritualidad como en la de todas las demás Ordenes que hacen parte de la gran familia franciscana, la Inmaculada ocupa un lugar muy especial. Ellas son participes del reto que ha querido proponer San Maximiliano a todos los hijos de San Francisco, que es sembrar la verdad de fe de la Inmaculada Concepción en el Corazón de todos los hombres y mujeres y cultivar sus frutos de santificación. (Cf. EK 486) Esperamos que así como en Niepokalanow en la época del Padre Kolbe, el ideal de vida franciscana con ese tinte mariano e inmaculista atrajo tantas vocaciones, la vida ejemplar de esas hermanitas haga que muchas jóvenes se animen a tomar su género de vida.
Una semana antes de la consagración, estuvieron haciendo el retiro de preparación, con los habituales dos días en casa y último día en algún centro de retiros. En esa jornada tuvieron la posibilidad de profundizar sobre su condición de bautizados y sobre el valor de la consagración a la Inmaculada. También aprovecharon para estar largo tiempo en silencio ante Jesús sacramentado.

La ceremonia de consagración, fue presidida por Fray Fabián Arrieta OFMConv, él animo a todos los nuevos consagrados a vivir con fidelidad su vida Cristiana de la mano de María, haciéndoles conscientes de que una vez consagrados a Ella, no tenemos ya mucho de que preocuparnos, pues ella nos lleva de su mano, como propiedad suya que somos. La capilla del monasterio, estuvo hermosamente decorada con flores blancas y la Inmaculada fue puesta en un sitio de honor para que todos pudieran venerarla con mucha más devoción.

Esperamos tener pronto un grupo de personas líderes en esa ciudad, que nos ayuden a llevar adelante este ideal de vida de la M.I. Prontamente estaremos abriendo el camino de consagración en una parroquia de esa ciudad, tan pronto tengamos fecha exacta les estaremos informando 

viernes, 11 de septiembre de 2015

MEDITACIÓN KOLBIANA DESDE LA CELDA DEL AMOR

PADRE KOLBE "MADRE"


Por: Angela Esposito, mipk


Y así sucede por cada vida que se dona. El padre Kolbe, totalmente entregado a la “Llena de Gracia”, a Aquella que ha sido transformada por la ternura de Dios, transforma en humano el deshumanizado campo de concentración de Auschwitz hasta donar su propia vida.
De la muerte del padre Kolbe, crucificado por amor, muchos han recibido luz y fuerza contemplando su testimonio de vida. “Yo creo, dirá un día uno de sus primeros compañeros de Niepokalanów, que nunca un padre o una madre hayan amado a sus hijos con tal afecto y ternura como el padre Maximiliano los ha amado.”

Deportado a Auschwitz, donde llegó el 28 de mayo de 1941, su única preocupación era no dejar escapar las ocasiones de brindar caridad hacia los otros. A todos les ofrece una mano llena de amor, por todos reza, sufre y a todos les desea el bien, la felicidad ya que es Dios quien lo quiere (1).
Maximiliano es enviado a los trabajos forzados, cae extenuado en la tierra y a quién lo socorre, despotricando contra el guardia jefe Krott, él le dice suavemente: “¡No lo hagas! El odio no es fuerza creadora. Es sólo impotencia, ¡impotencia de amar!” 

Se lo ve empujar carretillas llenas de piedras: una patrulla lo encontró un día bajo un cúmulo de hojas, donde sus guardias lo habían arrojado después de haberlo golpeado hasta sangrar. Fue transportado a la enfermería, un joven enfermo le sacó con violencia un vaso de leche que el médico le estaba ofreciendo al padre Kolbe que se encontraba indefenso y con fiebre. El joven ladrón miró a Maximiliano y le dijo al médico desorientado por lo que había ocurrido y dijo: “yo no creo en Dios, pero él sí”.
En la enfermería le asignan el último lugar que quedaba libre, en medio de la corriente de aire de la puerta de ingreso. Lo valorizó mucho pues esto le permitía acoger a los enfermos con una cálida palabra y le permitía rezar cuando llevaban a las personas que fallecían. 

Junto a un compañero de detención le dieron el compromiso de transportar los cadáveres. El pobre temblaba cuando los llevaba al horno crematorio y el número 16670 rezaba y los bendecía en medio del humo del horno. 
Durante la noche con la complicidad de las tinieblas, algunos prisioneros iban a ver a Maximiliano para ser confortados. Un testigo cuenta: “Cuando al cabo de mi tarea diaria me acercaba a Él me apretaba a su pecho como una madre a su hijo… Yo me sentía especialmente confortado con sus insistencias: “Toma la mano de Cristo en una mano y la de María en la otra. Entonces, aun estando en tinieblas, podrás ir adelante con la confianza de un niño guiado por sus padres. Tengo una enorme deuda con su corazón maternal”. (2)

“A menudo era golpeado por los guardias y los jefes. Comencé a pensar de tirarme sobre el alambre de púa con corriente y terminar con mi vida allí… el padre Kolbe lo supo. Me habló y me devolvió la serenidad. Sabía infundir en mí y en los demás, coraje... yo lo llamo el apóstol de Auschwitz”. Cuando los grupos de detenidos podían reunirse en torno a él, sin suscitar la sospecha de los guardias, él les hablaba de Dios, de la fe, de los valores sublimes de la vida cristiana y aquellos hombres, tan probados y con la muerte en el corazón, parecían revivir. 

“A los 13 años me encontraba en el infierno de Auschwitz. Solo, con mis padres asesinados. Mientras caminaba, buscando alguien con quien compartir mi dolor, el padre Kolbe me encontró y me habló. Para mí fue como un ángel y, como una madre, me tomó entre sus brazos. Secaba siempre mis lágrimas y mi vida volvió a florecer.” 

Cuando se dona por un prisionero se entrega por todos, acompañándolos hacia el bunker: fray Ladislao comenta su actuar cuando se dirige al lugar de la muerte: “Las diez víctimas pasaban por delante de mí y vi que el padre Kolbe se tambaleaba bajo el peso de uno de los condenados. Él lo sostenía a este hombre que no era capaz de caminar con sus propias fuerzas.”

El padre Kolbe, como una madre da, no pide nada. No pretende, ofrece. No exige nada y dona todo. Después de haber regalado el pequeño trozo de pan, se dona a sí mismo. Se da a sí mismo para transformar los hombres deAuschwitz de bestias en hermanos. Es esta ternura de amor que cambia la vida para siempre. El padre Kolbe es luz para quien se acerca, porque cree que el bien es posible también en situaciones que parecen negarlo. “Su muerte significó la salvación de miles… y mientras vivamos, nosotros, los que estuvimos en Auschwitz, inclinaremos nuestras cabezas en memoria de ella… Fuimos impactados por ese acto, que se convirtió para nosotros en una poderosa explosión de luz en la oscura noche del campo.” (3)

A San Maximiliano se pueden aplicar muy bien las palabras de una de las más grandes poetisas italianas, Alda Merini, que así escribe: “Sus ojos nacidos para la caridad, exentos de cualquier cansancio, no se cerraban nunca, ni de día ni de noche, porque no querían perder de vista a su Dios”. 
 

(1) Cfr. EK 1075
(2) Patricia Treece, Maximiliano Kolbe, un hombre para los demás. Ed. de la Inmaculada. 177-178.
(3) Patricia Treece,Maximiliano Kolbe, un hombre para los demás. Ed. de la Inmaculada. 223-224.

Tomado de. www.kolbemission.org

martes, 1 de septiembre de 2015

INTENCIÓN DE ORACIÓN PARA SEPTIEMBRE


"Para que cada cristiano ponga la máxima atención en el cuidado y salvaguardia del ambiente en el que vive y que es obra de Dios".
Reflexión del Centro Internacional de la M.I. en Roma
En numerosas ocasiones Maximiliano habla de la creación. En sus escritos no trata sólo de temas relacionados con la conversión y con la santificación del hombre, sino que a menudo se ocupa de la belleza de la creación. En una meditación, con las siguientes palabras, alaba al Creador por las maravillas que ha realizado: « ¿Quién se atrevería a suponer que Tú, oh Dios infinito, eterno, me has amado desde hace siglos, mejor dicho, desde antes de los siglos? Tú, en efecto, me amas desde el momento en que existes como Dios, ¡por tanto me has amado y me amarás siempre!... Aunque yo aún no existiese, Tú ya me amabas, y porque ya me amabas, oh Buen Dios, me llamaste de la nada a la existencia. Para mí creaste los cielos constelados de estrellas, para mí la tierra, los mares, los montes, los ríos,  tantas, tantas cosas hermosas que hay en la tierra… Pero esto no es suficiente: para mostrarme de cerca que me amas con mucha ternura, bajaste de las delicias más puras del paraíso a esta tierra enlodada y llena de lágrimas, viviste en medio de la pobreza, de las fatigas y de los sufrimientos» (EK 1145).  Obviamente la Inmaculada es la expresión más bella de toda la creación y nuestro santo alaba y agradece a Dios por haberle donado a la humanidad entera una madre así maravillosa. He aquí, las elocuentes palabras del mártir franciscano que subrayan la belleza de María, esplendor de la humanidad: «Desde la eternidad, sin embargo, Dios había previsto una Criatura que en nada, ni en lo más pequeño, se habría alejado de él, que no habría disipado ninguna gracia, que nunca se habría apropiado de ninguna cosa recibida de él. Desde el primer instante de su existencia el Dador de las gracias, el Espíritu Santo, estableció su propia morada en su alma, tomó posesión absoluta de ella y penetró en ella de tal modo que el nombre de Esposa del Espíritu Santo no expresa sino una sombra lejana, pálida, imperfecta, aunque verdadera, de esa unión». (EK 1224).
El Padre Kolbe exalta el “sí” de María, maravilla de la creación, mediante el cual coopera en la realización de una nueva creación en Cristo Jesús; «Dios dijo: “Fiat” (Gen 1, 3, 6) y la creación tuvo lugar. Una criatura, María, dijo: “Fiat mihi” (Lc 1,38) y Dios se hizo presente en Ella. También las creaturas repiten: “Fiat”. Concilian su voluntad con la voluntad de la Inmaculada. Acción y reacción» (EK 1283). La contemplación de la creación nos consiente de alabar, amar, glorificar y bendecir al Altísimo.

Ésta, es en efecto, la finalidad de la M.I.: exaltar cada obra de Dios y poner a la humanidad en la condición de reconocerla, para agradecerle al Creador y descubrir el infinito amor por cada elemento del orden creatural. De hecho, «la naturaleza de todas las cosas está modelada conforme a la finalidad que se propone; por consiguiente, también para conocer la naturaleza de la M.I. es necesario examinar su finalidad. Todo tiene, además, un doble fin: el último y el inmediato. El fin último de toda criatura es la gloria externa de Dios, las criaturas inteligentes ofrecen esta gloria de manera perfecta, ya que no son sólo una imagen de las perfecciones divinas, sino que también, conocen y reconocen esa imagen. De aquí el homenaje, la adoración, la acción de gracias y el amor de la criatura al Creador. Nosotros tenemos que amar  de manera infinita, ya que Él nos amó de manera infinita y manifestó ese amor bajando Él mismo a esta tierra, para aliviar, iluminar, fortalecer y hasta redimir al hombre culpable mediante la muerte ignominiosa y entre los tormentos más terribles; quedándose con nosotros hasta el fin de los tiempos, si bien muy abandonado e insultado por personas ingratas; donándose a nosotros como alimento, para divinizarnos con su divinidad. Sin embargo, siendo nosotros criaturas limitadas, no podemos ofrecer a Dios una gloria infinita. Ofrezcámosle al menos todo lo que podamos. Por eso el fin último de la M.I. es precisamente la gloria de Dios, y no solamente eso, sino una gloria mayor, es más, la máxima posible» (EK 1248).  

Confiamos al mismo Kolbe los puntos para nuestra reflexión que encontramos expuestos en uno de sus documentos inéditos (cfr. EK 1285). Consideramos cuanto el santo expone y contemplamos la obra de Dios tributándole gloria. 

martes, 18 de agosto de 2015

AÑO KOLBIANO 2015 - 2016

El 14 de agosto de 2016 se conmemoran 75 del martirio de San Maximiliano María Kolbe, por tal razón el Consejo Internacional de la M.I. nos ha convocado a todos para conmemorar un año kolbiano, en el que se nos invita reflexionar sobre el acto heroico de entrega de la vida que el padre Kolbe tuvo en el campo de concentración de Auschwitz en donde se encontraba recluido, para salvar la vida de un padre de familia que injustamente había sido condenado a muerte.

Este año kolbiano que ya hemos comenzado a celebrar desde el pasado 14 de agosto es una oportunidad muy especial que se nos ofrece para reflexionar a la luz del ejemplo del padre Kolbe, que es un fiel seguidor de Jesucristo, sobre nuestra capacidad de entrega a la obras de Dios. A veces es muy fácil donar dinero o alguna hora de nuestro tiempo para alguna obra relacionada con la construcción del Reino, pero donar la vida entera, sin restricciones, como lo hizo el padre Kolbe, es lo que en realidad nos pide Jesús cuando nos anuncia el Reino del Padre y ese es el camino que conduce a la felicidad verdadera, así lo dijo el Maestro: “Quien pierde su vida por mí la encontrará” Mt 16, 25

Este año será una gran oportunidad para dar a conocer la vida del padre Kolbe en todo el territorio nacional y será también el momento para extender la M.I. a lo largo y ancho de nuestra tierra colombiana. Por solicitud del centro internacional de la Milicia en Roma, se peregrinará la reliquia del santo en varios lugares del país que ya se están coordinando. Esperamos contar con la ayuda de todos los mílites y todas las personas que aman a San Maximiliano para que pueda ser una realidad este hermoso proyecto. Con seguridad cuando el padre Kolbe peregrine por Colombia, encenderá de amor a la Inmaculada muchos corazones. Él mismo decía que después de su muerte trabajaría el doble en la realización de su misión de llevar a María, darla a conocer y hacerla amar mucho más.


Este año Kolbiano es también una antesala a las celebraciones del centenario de fundación de la M.I. que ya se avecina. Que la Inmaculada haga de ese centenario una gran oportunidad para ganar corazones por su medio para Jesucristo.

viernes, 7 de agosto de 2015

¿QUÉ HARÍA SAN MAXIMILIANO KOLBE SI VIVIERA HOY?




En el marco de la novena a San Maximiliano María Kolbe, fundador de la M.I., que estamos celebrando durante estos días, como preparación a su fiesta litúrgica, se nos invita a poner nuestros ojos en la vida de este fraile franciscano Conventual. Antes que nada, debemos recordar que la iglesia al proponernos la fiesta de los santos, no busca sólo que acudamos a su intercesión, otra de las razones por la que propone celebrar un culto especial a los santos anualmente, y tal vez la principal, es para que todos los creyentes recordemos y meditemos sobre sus vidas y encontremos en sus ejemplos un aliciente para continuar nuestra peregrinación.
Por eso vale la pena preguntarnos: ¿Qué haría San Maximiliano Kolbe si viviera hoy?
Pienso que se empeñaría en llevar adelante estás cuatro labores que mencionaré a continuación: 
  1. Inundaría de Evangelio las redes sociales. Nuestra sociedad sin lugar a dudas se ha volcado a las redes sociales. Es impensable para muchos hoy la vida sin Facebook, Twitter, blog spot, YouTube, etc. Allí hay muchos hombres y mujeres en búsqueda de información que oriente sus vidas, si el padre Kolbe viviera con seguridad estaría allí, (Así como en su época se valió de los medios impresos y de la radio, que fueron el boom de la comunicación en su época) anunciando el amor por la Inmaculada y la alegría que produce el encuentro con Jesucristo. Lo haría no sólo con imágenes y frases religiosas, sino con actos concreto de caridad, tal vez saludando a algún amigo del cual hace tiempo no tiene noticias, preguntando por la salud de algún familiar que sabemos que está enfermo pero que es imposible visitar porque tal vez vive en otra ciudad… etc. El papa Benedicto XVI decía que los católicos no podíamos ser ajenos a los mass media y que no podíamos permitir que el mundo siguiera su camino sin nuestra presencia allí para anunciar a Jesús. También si San Maximiliano viviera, haría consciente al mundo, especialmente a los jóvenes,  que el uso excesivo de las redes, puede deshumanizar e incluso puede llevar a la pérdida de la interioridad.
  2. Promovería el anuncio de Jesucristo en las calles: En la época de San Maximiliano la Iglesia invitó a los religiosos y religiosas de su época a que llevarán el mensaje del Evangelio a toda  Asia que hasta el momento no había sido muy evangelizada. El padre Kolbe, motivado por ese llamado emprendió viaje y se fue de misión al Japón. Hoy vivimos una realidad distinta, occidente en pleno se está descristianizando, y el papa Francisco ha pedido que vayamos a las periferias de nuestras ciudades en donde habitan muchos hombres y mujeres que aún no conocen al Señor y desconocen que la Iglesia Católica es un excelente lugar para crecer en la fe. La Iglesia nos dice que es necesario re – evangelizar el mundo actual, con nuevas estrategias y con nuevo ardor. Muchos hombre y mujeres viven en la tristeza de no encontrar sentido a sus vidas, con seguridad si el padre Kolbe viviera se  dedicaría a ayudar a todos ellos a que por medio de la Inmaculada conozcan al Dios misericordioso y amoroso revelado en Jesucristo para que puedan darle un nuevo rumbo a sus vidas.
  3. Renovaría el amor autentico por la Inmaculada. Hoy muchos se dicen devotos de la Virgen María, pero pocos se empeñan en conocer su vida e imitar su ejemplo. La auténtica devoción a la Inmaculada, como enseña San Maximiliano, debe llevar a un experiencia de encuentro profundo con Jesús. Si se dice popularmente que las madres son quienes mejor conocen a sus hijos, debemos suponer entonces que la Inmaculada fue quién mejor conoció a Jesús, por eso al acercarnos a Ella tendríamos que tener una experiencia más profunda con el Señor. Y también por qué no, renovaría el culto a la Inmaculada, pues poco a poco se ha ido perdiendo el fervor en la celebración de este misterio tan importante como lo es la Concepción Inmaculada de la Virgen María.
  4. Por último, entregaría su vida de nuevo por la unidad de las familias. San Maximiliano dio su vida para salvar una familia que corría el riego de desintegrarse a consecuencia de la muerte de su padre. Hoy en día hay muchas familias divididas no sólo físicamente sino también afectivamente. El camino de la unidad es el amor. Un amor que sea misericordioso y capaz de perdonar y sanar todas las heridas de la existencia humana. San Maximiliano mismo lo dijo: “Sólo el amor crea”, Sólo por este camino se podrá hacer un apostolado de familias eficiente en nuestro tiempo. Creo que el padre Kolbe si viviera hoy no se pondría a pelear ante los organismos del Estado defendiendo las familias, sino que se dedicaría a acompañar cada uno de los hogares, especialmente aquellos que viven dificultades y que no han sido capaces de perdonarse y de actualizar el amor mutuo.

San Maximiliano desafortunadamente ya no está físicamente hoy, pero ahora son los mílites y todos los que admiramos su ejemplo de vida, los que deben llevar adelante esta misión. Únete a esta causa, el mundo de hoy necesita de otros san maximilianos…