martes, 1 de marzo de 2016

INTENCIÓN DE ORACIÓN - MARZO 2016


 "La conciencia de la misericordia de Dios nos haga disponibles a abrirnos al don generoso de nosotros mismos"

 

La conciencia del amor misericordioso de Dios es la espléndida seguridad que domina el corazón de Maximiliano. Él experimenta en su propia experiencia de fe y constata en la de los hermanos cómo el Señor, a través del amor maternal de la Inmaculada, cuida de los hombres, conduciéndolos al puerto de la salvación. En particular, el santo da testimonio de cómo incluso las personas más alejadas de un camino espiritual significativo tienen la oportunidad de conocer el amor de Dios y de cambiar completamente su estilo de vida. La seguridad de la caridad divina lo lleva a donarse a sí mismo, que es la constante de toda su vida, enriquecida en cada etapa por su tender en forma significativa  al martirio. La siguiente tabla sintetiza esta lógica.

Tensión al martirio de san Maximiliano
Martirio en la infancia
Infancia y juventud dolorosas: muerte de sus hermanitos, pobreza de la familia, dificultades de los padres.
Martirio ordinario
Incomprensiones fraternas en su ministerio profético, pobreza y dificultades en la actividad misionera de vanguardia. Enfermedad.
Martirio en la madurez
Arresto, prisión y muerte en el campo de concentración.

Toda la vida de San Maximiliano está marcada por el misterio de la cruz. Su tender al martirio es una constante que compromete su vida y que "abraza" las dos guerras mundiales. La infancia y la juventud de Kolbe se caracterizan por la muerte de sus hermanitos y por la pobreza de la familia que se ve obligada a grandes sacrificios para la supervivencia. El pequeño Raimundo asiste al gran dolor de su familia uniéndose a ellos, si bien con el consuelo de la Inmaculada que lo visita proponiéndole las coronas de la pureza y del martirio y que él acepta con disponibilidad y entusiasmo.
 Incluso la vida conventual se presenta colmada de momentos de dolor y de prueba: fray Maximiliano, ya desde el período de formación, se revela como un verdadero pionero de la vida y de la misión franciscana. La Milicia, el Caballero y la Ciudad de la Inmaculada son la expresión no sólo de su talento natural, sino también su docilidad extrema a las mociones  que vienen del Espíritu Santo,  a las que él intenta siempre seguir. Todo esto no siempre ha sido bien acogido por los superiores y hermanos, que a menudo le provocan sufrimiento debido a la cerrazón a las novedades sobrenaturales.
Sin embargo, él continúa sereno, confiado y perseverante, con la seguridad de que es la cruz la que purifica y bendice todas las actividades que provienen del Altísimo. A esto hay que añadir el sufrimiento físico causado por sus precarias condiciones de salud que lo obligan a internarse  y con frecuencia le crean grandes problemas.
Llegamos finalmente a la madurez del martirio que se da en Auschwitz y que no está representado sólo por la muerte heroica en el lugar de un padre de familia, sino también en el vivir día tras día las humillaciones, el dolor físico e interior y el tener que sostener la fe de sus compañeros. Es la apoteosis del martirio que se revela casi continuamente durante toda su existencia. Su donar la vida se  realiza día a día en su vida conventual y de apostolado, en su intento de entregar a cada hermano la alegría de la santidad y de la amorosa presencia de Dios y de la Inmaculada. El se entrega en la vida de la fraternidad haciendo preciosa su misión en virtud de la paciencia y del espíritu de sacrificio, por el cual acepta las controversias e incomprensiones  de la realidad conventual. Son dos formas de martirio que constituyen un precioso y doloroso preludio del altísimo sacrificio de Auschwitz. En última instancia, su ser mártir, es decir testigo de la fe hasta el final, está en el ADN de San Maximiliano, que  hace de esta dimensión de su camino espiritual el elemento más precioso de todo su apostolado.

Para la reflexión

Reflexiona sobre las siguientes expresiones de San Maximiliano:

«La mera invocación "María ", tal vez con el alma sumergida en la oscuridad, en la aridez e incluso en la desgracia del pecado, qué eco produce en Su Corazón que nos ama tanto» (EK 509).

«Dejémonos conducir siempre más perfectamente por la Inmaculada, en cualquier lugar y de cualquier manera que Ella quiera que estemos, para que cumpliendo bien nuestros deberes, ayudemos a asegurar que todas las almas sean conquistadas por su amor» (EK 960).


«Sólo tú has destruido todas las herejías del mundo entero, para que en tus manos inmaculadas y misericordiosas yo pueda convertirme en un instrumento útil para aumentar y hacer partícipes del Reinado de Tu Sagrado Corazón a la mayor cantidad de hermanos que están perdidos, desorientados o son indiferentes. De hecho, donde Tú entras, obtienes la gracia de la conversión y santificación, porque toda gracia llega a través de tus manos, del Sagrado Corazón de Jesús hasta nosotros» (EK 37).