Noviembre
Para que aquellos que se han consagrado a Dios puedan indicar con la
palabra y la vida el camino para alcanzar el Reino de los Cielos.
La fuerza del apostolado de San Maximiliano radica sin duda en el
testimonio evangélico, que en cada circunstancia y en todos los períodos de su
existencia, buscaba de ofrecer al prójimo. Es justamente su ejemplo a revelarse
decisivo por la incisividad de su obrar, a demostrarse “contagioso” para sus
co-hermanos y fieles. El
estilo misionero del santo polaco está caracterizado por tres movimientos: el
actuar ejemplar que precede el hablar, la pobreza, el sacrificio y la dedicación. Como Francisco , él considera que los frailes y los
fieles pueden ser estimulados por el verdadero testimonio evangélico más que
con las palabras. Mirar a Cristo, a la Inmaculada, y a Francisco debe poderse
traducir en una manera de vivir que pueda iluminar la del prójimo e inducirlo
delicadamente a amar cada vez con mayor convicción al Altísimo. La pobreza va a
embellecer el propio ejemplo de vida evangélica y se convierte en expresión de
humildad y de ofrecimiento al amor providente del Señor. En fin, el trabajo y
la dedicación a la actividad apostólica
ponen al fraile, al mílite o al fiel en general, en la condición de
donarse generosamente al proyecto que el Omnipotente le confía. Estas tres
dimensiones representan todo aquello que el Padre Kolbe vive y transmite como
presupuesto a la vida misionera. Él, está convencido, que el dar testimonio de
la fe y el mensaje evangélico, a partir de la propia experiencia espiritual
significativa, es la clave que consiente al misionero de entrar en el corazón
de los hombres. El amor por la propia vocación, la benevolencia, la acogida, la
sobriedad, permiten a quien evangeliza, de hacer hablar sobre todo al propio
ejemplo y después a la
palabra. El santo pone en evidencia que sólo practicando la
pobreza, las actividades apostólicas, como por ejemplo la difusión del
“Caballero de la Inmaculada” o el crecimiento operativo de la Ciudad de la
Inmaculada, pueden realizarse sin obstáculos y con la más grande credibilidad.
Ya en el 1919 ha podido escribir en una de sus
meditaciones, lo que podemos definir un proyecto para su futuro apostolado: «Tu
santificación personal es tu primera ocupación. El empeño de la santificación
de los demás debe nacer de la superabundancia de tu amor a Jesús. En todo trata
de procurar a Jesús la mayor satisfacción posible y ten fe en Él por medio de
la Inmaculada» (SK 987F ).
Santificarse a sí mismos es la primera forma de evangelización. Sólo cuando
esta obra será en plena actuación será posible ayudar a los otros a convertirse
y a encaminarse a la vida eterna. Lo que es visible es el amor abundante por el
Señor que tiene el creyente, el que
suscita también en otras personas el deseo de recorrer los caminos de Dios. El deseo de comunión con el Altísimo debe ser
transmitido a partir del propio itinerario de perfección.
El Padre Kolbe subraya, además, el valor de la gracia que es determinante
en el sostener el apostolado y su predicación: «La apologética por sí sola no
podrá convertir a nadie si sobre ella no baja la gracia de las manos de la
Inmaculada. Por lo tanto, en el estudio de la
apologética práctica, esta sección debe subrayar la necesidad de recurrir a la
Inmaculada, promover el amor hacia ella
en la persona con la cual se discute, más que poner la confianza en la eficacia
de las demostraciones más evidentes. El hombre, en efecto, posee el libre
albedrío y es necesaria la gracia para someterlo, a fin de que éste permita al
intelecto dejarse convencer y seguir la verdad» (SK 597). Los contenidos
del anuncio son verdaderamente importantes, sin embargo, el santo polaco pone
de manifiesto el rol absolutamente central de la gracia divina que sostiene al
misionero, al que no le bastan la fuerza de sus argumentaciones. La misma
gracia influirá también en el corazón y en la mente de los destinatarios del
mensaje evangélico si ellos son suficientemente abiertos.
San Maximiliano es protagonista de un anuncio cristocéntrico porque desea
transmitir el amor que Cristo tiene hacia la humanidad, que gracias a su muerte
y a su resurrección ha sido redimida. Quiere vivir esta verdad con alegría,
pero además quiere donarla a todos los que encuentra a través de la palabra o
de la escritura. Pero
este movimiento de evangelización parte de su personal ejemplo de vida
evangélica, que vive y hace vivir a los
hermanos que comparten con él la misma misión. Dicha llamada se enriquece
obviamente gracias a la propuesta de la Inmaculada, cual modelo perfecto del
ser humano. Ella es la Madre de Dios, sin embargo, sus virtudes son propuestas
por el santo como expresión de vida de primerísimo nivel en Cristo. Proponer a
la Virgen como ejemplo extraordinario de seguimiento de Cristo es la más grande
forma de caridad que un misionero puede donar al prójimo.
Del consejo internacional M.I.
Para la reflexión
-
¿Creo
que soy un testigo de la fe?
-
¿Mi
ejemplo da credibilidad a mi palabra?
-
¿Los
santos me impulsan a la perfección evangélica?
-
¿El
ejemplo del Padre Kolbe qué me transmite acerca del itinerario hacia la
santificación?
-
¿Existe
en mí el deseo de un constante camino de santificación?
-
¿El
amor a la Inmaculada, en qué medida influye en mi camino de santificación?